La tensión que se vivió en Zandvoort entre Franco Colapinto y Pierre Gasly no es una rareza en la Fórmula 1: es casi un género propio. Desde los primeros días de la categoría, los choques entre compañeros de equipo (a veces rivales directos) han dejado escenas imborrables.
El enojo del argentino al ver frustrada su chance de sumar puntos por una orden tardía del box de Alpine remite a un ADN que atraviesa la historia de la categoría. Esa en la que dos pilotos comparten colores, rara vez comparten ambiciones.
Basta recordar a James Hunt contra Patrick Depailler en el Gran Premio de Mónaco de 1975: un choque temerario en plena bajada del Casino que terminó con el británico golpeando con furia las barreras y, poco después, ahogando su bronca en un bar del principado. La Fórmula 1 todavía no conocía los “track limits” ni los comisarios estrictos y las disputas se resolvían con puños agitados al aire.
Más célebre fue el round de 1989 en Suzuka: Ayrton Senna y Alain Prost, compañeros en McLaren, protagonizaron un choque de proporciones históricas. Las ruedas entrelazadas en la chicana japonesa no solo definieron un campeonato: consolidaron la enemistad más famosa de la F1. Prost, fuera de carrera, festejaba un título; Senna, descalificado, gritaba conspiración. Un año más tarde, el brasileño devolvió la afrenta en el mismo escenario, embistiendo al francés en la primera curva.
El patrón se repite una y otra vez. Michael Schumacher, el gran dominador de los ’90, no dudó en chocar con Damon Hill en 1994 y con Jacques Villeneuve en 1997 para intentar asegurar campeonatos. Más cerca en el tiempo, la rivalidad Hamilton-Verstappen en Silverstone 2021 mostró que ni las sanciones modernas ni las redes sociales logran aplacar la esencia del piloto: ganar cueste lo que cueste.
Por eso, lo de Colapinto en Alpine no es un episodio aislado ni mucho menos. Es el recordatorio de que la Fórmula 1 es tanto un deporte de equipo como una guerra individual. Y en esa tensión permanente, los argentinos descubren ahora que su joven promesa ha entrado de lleno en la vieja tradición de la categoría: donde las órdenes del box son tan discutidas como los choques en la pista.